Una tarde cualquiera, una taza de té , unos cuantos papeles cuadrados (gracias al sacrificio de una linda revista ), y -como factor indispensable- ¡tiempo!
La mesa cubierta de módulos, diagramas, y el resultado por demás de satisfactorio: el giroscopio y el anillo de Compostela en sus variantes...
Ah, finalmente, armé con estas figuras una larguísima guía que cuelga en la puerta de mi dormitorio... ¡y me encanta!
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